Estimados señores políticos, empresarios, vigilantes y vigilados en general:

Me pongo en contacto con ustedes como presidente de la Asociación de Ciudadanos Paranoicos, Alertadores y Desconfiados (ACPAD). Somos esos ciudadanos, de corte noventayochesco y orwelliano, que se sienten acosados continuamente. Somos ésos que ven fantasmas donde no los hay. Somos ésos que ven una cámara donde sólo hay una farola y que ven una transmisión de radio cuando oyen el pitido de las máquinas de la zona azul. Somos aquellos que se niegan a que nadie pueda conocer sus datos de internet. Somos aquellos que montan en cólera cada vez que se instalan cámaras de televigilancia en las calles. En definitiva, somos ésos que no se renuevan el DNI para que el Gobierno no sepa su nombre.

El motivo de mi carta no es otro que informarles de la preocupación que nos asola en los últimos meses. Ya sabemos que para ustedes no es nuevo que nos sintamos amenazados, pero ahora es diferente, ya que en esta ocasión nos sentimos desatendidos. Y la culpa la tienen ustedes.

Esperanza Aguirre espía a sus cargos políticos en Madrid, algunos de los cuales ya estaban relacionados con los asuntos corruptos de Francisco Camps en Valencia. Pero después nos enteramos por Camps de que en realidad es la Policía la que está espiando al Partido Popular, una vigilancia dirigida en la distancia por el vigilante Alfredo Pérez Rubalcaba. A su vez, el Gobierno se siente espiado por la Unión Europea, que da constantes toques a España por el aumento de su corrupción. El propio Zapatero, a su vez, se ve espiado por los grupos españolistas, que desconfían de él y sospechan que entregará las mayores privilegios a los nacionalistas, unos nacionalistas que tienen unas caras visibles y otras no tanto. Entre los nacionalistas escondidos -aunque militantes- se encuentra Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, que está espiando a sus dirigentes en el club a la vez que se siente vigilado por sus ideas políticas orientadas hacia el catalunyacentrismo. Pero no todo se queda en este centro, ya que el mismísimo Alberto Fujimori acaba de ser condenado a seis años de prisión por espiar telefónicamente a congresistas de Perú, un país en ocasiones relacionado con Venezuela, que tampoco quita ojo a lo que pasa en Honduras.

He de decirles, señores, que han entrado ustedes en un círculo del que no saben salir y por culpa del cual están provocando un verdadero cisma en nosotros, los ciudadanos, que nos sentimos desvigilados. ¿No se dan cuenta de la situación que están creando? Los ciudadanos de bien nos sentimos más amenazados y desprotegidos que nunca. Ustedes se han centrado en vigilarse los unos a los otros y nos han olvidado a nosotros, que, vigilantes, siempre hemos estado en contra de que nos espíen. Ahora, y ante semejante dejadez, nos sentimos preocupantemente desvigilados, lo que hace que nuestra ansiedad crezca aún más, así como nuestra indignación y nuestra paranoia.

Así pues, exigimos que se dejen de juegos absurdos entre ustedes y se dediquen a vigilarnos a nosotros. Queremos cámaras de vigilancia, policías en cada esquina, investigación de redes de internet, identificación de números de teléfono, invasión de domicilios personales, registro de huellas dactilares, fotos y número de pulsaciones por minuto. En sus manos está controlar la situación o provocar que los ciudadanos, ahora desvigilados, nos sintamos al borde del abismo y entremos en una situación de paranoia de la que sólo serán culpables ustedes.

Atentamente, reciban un cordial y vigilante saludo.


P.D.: Antes de mandar esta carta, he ocultado la IP de mi conexión a internet. No me pillaréis, cerdos.