El mundo está lleno de sectores endogámicos, egocéntricos, que no ven más allá de sus propios problemas, que son incapaces de mirar más lejos de su propio ombligo y que pretenden que la Tierra gire alrededor de ellos.

Uno de esos sectores es el de los periodistas (algo que todavía no sé si es bueno o malo). Y es que desde hace un tiempo los periodistas venimos llenando los medios de metaperiodismo con debates sobre las nuevas formas de comunicación, el pago (o no) por contenidos, las formas alternativas de financiación, los nuevos formatos 2.0... Lo cierto es que, actualmente, y debito a este cansineo endogámico que estamos llevando a cabo, existe un porcentaje más elevado de la población que conoce la situación de los medios de comunicación y participa de este debate. Ya hemos conseguido meter nuestro discurso en el debate público, para cansancio de los que -con razón- nos llaman egocéntricos.

Sin embargo, en cierto modo veo bastante positivo que estemos todo el día hablando de nosotros, de cómo debemos afrontar el futuro, de qué vías vamos a encontrar para financiar nuestros proyectos, de qué cambios tenemos que llevar a cabo...

Y es que, ¿saben? Los periodistas somos unos egocéntricos, pero si estamos siendo tan pesados hablando continuamente de nuestro gremio es porque el periodismo tiene varios problemas abiertos y estamos tratando de solucionarlos y de reinventarnos. No es nada nuevo, ya que la mayoría de sectores profesionales, cuando se encuentran con problemas de cualquier tipo, hacen autocrítica y ven de qué forma pueden cambiar sus modelos de trabajo y negocio para amoldarse a los nuevos tiempos.

Lo malo es cuando un sector profesional deja de ser un sector profesional para convertirse en un auténtico lobby. Estamos hablando, efectivamente, del llamado lobby del copyright, la mayor colección de caraduras que ha dado este país en los últimos años. Y es que, mientras todos intentamos solucionar nuestros problemas haciendo un poco de autocrítica, el lobby de músicos defensores del copyright se empeña en lloriquear para que venga su papá a arreglarle los muñecos. Pero no crean que se limita tan sólo a lloriquear, sino que además se permite el lujo de insultar a los demás y soltar por su boca una serie de mamarrachadas que poco favor hacen a su propia causa.

La última sandez se produjo ayer. Una serie de músicos, productores, directores de discográficas y otros agentes de la industria musical se convocaron en Madrid para condenar por enésima las descargas de material con copyright por internet y para pedirle al Gobierno el penúltimo (o antepenúltimo favor concedido). Luis Eduardo Aute lo dejó claro, aumentando el discurso apocalíptico e incluso atreviéndose a señalar la fecha del fin del mundo: "En cinco años esto desaparece. No habrá canciones ni música", un discurso tan absurdo como antiguo.

Lo cierto es que a mí al menos me produce cierta decepción ver a grandísimos artistas como Aute, Bunbury o Loquillo soltando sandeces de esa calaña. Ya no por el hecho de que estén en contra de las descargas, que cada uno puede estar a favor o en contra de lo que le dé la gana, sino por el hecho de que tomen a los ciudadanos por imbéciles y crean que nos van a colar esa gran patraña de que el P2P perjudica al beneficio económico del artista.

A los que estamos a favor del P2P y en contra de este tipo de farsantes se nos acusa de ser unos intransigentes y de no respetar las opiniones contrarias. Pero es que no es cuestión de respeto, sino de que no quiero que me tome por imbécil un señor que intenta hacerme creer que el negocio de la música lo inventó él y morirá si yo me bajo su disco de internet.

Muchos de los artistas que ayer se concentraron en Madrid dejaron clara su postura en contra de la SGAE (Loquillo, por ejemplo, lo dijo alto y claro), pero viendo el discurso casi idéntico y la pésima imagen que dieron, lo mismo les habría dado ir de la mano con la SGAE.

Así al menos habrían obtenido antes el favorcito que el Gobierno, antes o después, les hará.


P.D.: Éste ha sido un artículo cabreado. Para una lectura más objetiva, sencilla, concisa y documentada, recomiendo el artículo de Nacho Escolar.

P.D.2: Por cierto, ¿sabías que los jueces van a ser a partir de ahora menos necesarios? Sí, hombre, sí: 1, 2 y 3.

P.D.3: "Soy viejo. ¡Deme, deme, deme!"