En tiempos de crisis, muchos sectores profesionales, resignados ante la mala situación económica a nivel global, deciden sentarse a esperar tiempos mejores con un pequeño hilo de optimismo futuro. Si hasta hace poco muchos profesionales se tiraban de los pelos preguntándose qué pasaría con sus trabajos y con su gremio, ahora impera más una postura -medianamente- cómoda con vistas a un futuro que lo arreglará todo.

En la prensa, como no podía ser de otra manera, pasa lo mismo. Si uno habla con un periodista -hay de todos los tipos, evidentemente- es probable que éste analice con tristeza la situación de los medios de comunicación. No obstante, todos se suben al carro de soltar la frase más dicha por los españoles este año: "A ver si se acaba de una vez la crisis y...". ¿Y? ¿Y qué?

La mayoría de los españoles (seguramente fuera también pase) nos hemos adoctrinado en una postura muy cómoda, demasiado cómoda quizás. Parece que ahora todos los problemas son por culpa de la crisis económica, de modo que, para que nuestros problemas se solucionen, basta con cerrar los ojos muy fuerte y pensar que, cuando los abramos, la crisis económica habrá desaparecido y cada ciudadano tendremos dos o tres ofertas de trabajo esperándonos.

Sin embargo, parece que al sector de la prensa se le ha olvidado que su principal enemigo no es la crisis económica, sino la crisis de la prensa, sin más. Es cierto que la económica ha agudizado todo mucho más, pero no nos engañemos: la prensa lleva en crisis desde mucho antes que llegase la crisis económica.

Y es que los que piensen que la prensa está enferma sólo porque está fallando la publicidad, están muy pero que muy equivocados, ya que hace tiempo que la prensa debería estar pensando en otras cosas. He aquí dos factores por los que la prensa seguirá terriblemente enferma incluso cuando acabe la crisis económica:

- Cultura de lo digital. Por mucho que la situación financiera vuelva a ser boyante, los medios en formato físico no tienen futuro, ya que el papel está condenado a desaparecer más pronto que tarde. Teniendo en cuenta eso y que el futuro de la prensa pasa por lo digital, aún tendremos que ver de qué manera financiamos un medio más allá de la publicidad. Y ya estamos viendo que el cobro por contenidos no funciona, así que esa papeleta sigue sin solucionarse.

- Cultura de lo imprescindible. Ahora mismo, gran parte de los medios han visto reducidas sus plantillas en un 30%-50%, lo que sin duda ha perjudicado a su calidad. Sin embargo, cabría preguntarse dos cosas. En primer lugar: ¿Existe tanta diferencia de calidad entre lo que se hacía antes y lo que se hace ahora? Y en segundo lugar: ¿Realmente se está notando la reducción de plantillas en el número de páginas de los diarios o las parrillas de radios o teles? Existen casos en los que sí, evidentemente, pero lo cierto es que si ahora mismo uno charla con un periodista que trabaje en un medio con plantilla reducida, le dirá que curra tres veces lo que curraba antes, que no le da tiempo a contrastar nada, que la calidad del medio ha bajado... pero rara vez (salvo casos catastróficos, que los hay) le dirá que sacan menos páginas, que hay ediciones que no han salido a la calle o que se han suspendido programas. Y esto entraña un peligro tremendo, ya que los empresarios están comprobando que con un 40% menos de personal se está sacando un producto prácticamente igual de ¿bueno/malo? que el que se sacaba antes, ya que los periodistas están apelando a la profesionalidad y aferrándose a su puesto sacando el trabajo en condiciones tremendamente precarias. Pero lo sacan. Y, díganme, ¿qué mejor noticia hay para un empresario que saber que su producto puede salir a la calle con un 40% menos de recursos humanos y que además, debido a la premura en el trabajo, va a poder manipular cada vez más la información?

Sería conveniente que los periodistas no nos olvidásemos de que nuestra crisis no se acaba en la económica, sino que aún tenemos muchos temas pendientes por solucionar.

Y sería conveniente que los que hayan cerrado los ojos no lo hagan tan pronto, no sea que, cuando los abran, la crisis de la prensa siga ahí.