Desde hace varios años, en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha el PSOE y el PP pecaban de obra y omisión, respectivamente. Mientras unos malgobernaban, los otros parecían en coma, sin decir absolutamente nada. A veces, lo peor (y la causa) de los malos gobiernos es que no tengan una oposición digna que sepa ponerlos a tono cuando sea necesario o hacer su trabajo de manera medianamente adecuada. De hecho, cuando no existe oposición, uno incluso se pregunta si es que a lo mejor el partido en cuestión no existe en esa zona o no ha fundado una delegación. Y eso es justamente lo que pasaba en Castilla-La Mancha.

La situación no es que haya cambiado mucho, ya que el despertar del PP fue casi peor que su siesta. Pasaron de no hacer nada para convertir toda su estrategia en una simple campaña de acoso y derribo hacia Barreda. "Si no podemos ganar por nuestros propios méritos, tendremos que acabar con el enemigo", pensarían en el PP, dispuestos a terminar con un Barreda que huele demasiado desde hace ya tiempo. Pero ni por ésas. De tanto acosar, de tanto atacar y de tanto insultar, los descalificativos del PP hacia Barreda se volvieron gratuitos, faltones e incluso cansinos. Esto desembocaba en un insoportable transcurrir de la política regional, entre el hedor de unos y los cacareos de otros cuando ambos debatían sobre asuntos vitales para la región.

Uno de esos asuntos vitales es el Aeropuerto de Ciudad Real. La postura del PSOE siempre ha sido la de apoyar al empresariado que anda detrás del Aeropuerto y reforzar la infraestructura con un sinfín de ayudas públicas a la que esta semana se iba a unir un aval de nada menos que 140 millones de euros. La postura del PP, por el contrario, ha sido la de acusar a Barreda día sí día también de ayudar a sus empresarios amigos e hipotecar a la región por ellos. No es un argumento nuevo ni original, ya que son muchos los ciudadanos que piensan (pensamos) lo mismo. Sin embargo, los argumentos del PP no han pasado de ahí. Sí, resulta que Barreda sólo ayuda a sus amigos, pero en el PP se han tirado seis meses diciendo lo mismo en las cerca de cinco ruedas de prensa diarias que convocan en Castilla-La Mancha. En fin, de un ciudadano se puede esperar una crítica feroz y concreta, pero de un partido político uno suele esperar algo más elaborado. Y, sobre todo, una propuesta de qué narices hacemos (o hacen) con el Aeropuerto.

Pero hete aquí que se ve que en la última semana el PP ha abierto por fin una delegación en Castilla-La Mancha. Al menos, una que propone cosas. La semana pasada ya dejaban caer que quizá lo que habría que hacer con el Aeropuerto es convertirlo en público, una opción matizada por Rosa Romero, que abogaba por un modelo mixto en el que la Junta fuese propietaria de la infraestructura hasta que ésta levantase cabeza. Ayer, y tan sólo un día antes de la aprobación del aval en las Cortes, al PP le vino una palabra a la cabeza: expropiación. Y ésa ha sido la clave de su propuesta, por la que el Aeropuerto pasaría a manos públicas mediante la expropiación de acciones a los empresarios. Primero hicieron sonar los ecos de lo público, y ayer, al fin, dieron con una propuesta concreta. Que digo yo que ya era hora de que al PP se le ocurriese algo, pero bueno. Les ha costado, pero al final lo han hecho.

Hoy el PSOE ha recogido el testigo de la oferta del PP y ha aplazado la aprobación del aval, ya que quieren reunirse antes con el partido de la oposición. Barreda ha conseguido llevarse un mérito que en cierto modo también corresponde al PP. Y es que si ya tiene mérito bajarte del caballo de los eternos favores a tus amigos, tampoco está mal que, después de casi dos años, al PP se le ocurra una propuesta para el Aeropuerto.

De todos modos, habrá que ver qué pasa con esas reuniones, que parecen abocadas al fracaso, ya que ni el más borracho se cree que el PSOE vaya a apoyar una expropiación de las acciones del Aeropuerto. Y si lo hiciesen, habría que temer en qué condiciones se darían esas expropiaciones.

En cualquier caso, no está de más alegrarse por este diminuto paso, que hace que Castilla-La Mancha cuente desde esta semana con un nuevo partido político: el Partido Popular.