Se acaba de publicar un informe de la Fundación de las Cajas de Ahorro que analiza el empleo de nuestros universitarios, concluyendo que somos el país europeo con los trabajadores más sobreeducados. Lejos de suponer más calidad o productividad en el trabajo, más bien lo que provoca esta situación es «mala leche» y depreciación de los títulos universitarios que acaban convirtiéndose en una especie de bachillerato superior.

Es bastante curioso, pero si comparamos los resultados y logros de las generaciones escasamente preparadas de los años 40 y 50 que produjeron un salto cualitativo en la economía española, con las actuales generaciones hipertituladas que carecen de proyectos de futuro a medio y largo plazo, observamos cómo el binomio economía y educación funciona, a veces, descompasadamente.

Si aquellas generaciones de posguerra dieron paso a la España de los oficios, éstas traerán la España de la incertidumbre. Si los jóvenes de entonces, huyendo del campo, en poco tiempo, se insertaron en las ciudades y fueron la mano de obra capacitada del desarrollismo, la generación JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados), de momento, además de la titulitis, no está demostrando que su formación y conocimientos sirva para llevar a cabo las mejoras que toda generación realiza con respecto a su predecesora. Es más, todo indica que esta generación va a ser la primera en la historia que vivirá peor que la de sus padres.

Más en este artículo de Miguel Lucas Picazo en La Tribuna de Albacete.