Los medios de comunicación de propiedad pública hacen últimamente gala de un gran pluralismo. Lo mismo permiten el insulto a los trabajadores de El Mundo, que a los de la COPE o Libertad Digital. En eso hay que reconocerles una innegable vocación plural.

Al episodio de la espantada progre en el debate de Canal Sur sobre la Memoria Histórica, hay que sumar ahora el espectáculo bochornoso del programa 59 segundos, en el que Isabel San Sebastián hubo de marcharse para no tener que seguir soportando el hostigamiento y los graves insultos de José María Calleja, antaño valeroso defensor de los que sufren el terror nacionalista en el País Vasco, hogaño cómodo asalariado de una de las cadenas del grupo PRISA, desde la que, con fervor típico del neoconverso que vuelve al redil de la secta, se dedica a escarnecer a los que defienden lo que él mismo compartía hace tan sólo unos meses.

Lo que me pregunto es por qué acuden los periodistas críticos con el Gobierno a las guaridas mediáticas de Z. Isabel San Sebastián tiene el prestigio suficiente como para no tener que someterse a las vejaciones de un programa preparado para destrozar a quien no piensa como Pepiño Blanco. (...) Pero es que ni siquiera cuando se producen estos espectáculos de escarnecimiento al discrepante las televisiones públicas tienen la gallardía de actuar bajo el mismo rasero. En Canal Sur, la espantada progre supuso la suspensión del programa porque, al parecer, si la izquierda renuncia al debate éste ya no tiene sentido.


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