Apreciados españoles:

1. Sin proceso constituyente, cualquier Constitución impuesta es papel mojado ante el Pueblo.

Las Cortes elegidas el 15 de junio de 1977 no fueron formalmente Constituyentes. La Constitución fue consensuada por 7 individuos y se tomó como modelo el ensayado en la Constitución de Guinea, redactada en 1968 por Herrero de Miñón, a las órdenes del Ministro de Exteriores, Castiella. El Referéndum fue un "esto son lentejas". El Poder decidió y el Pueblo aquiesció ante lo inevitable. Asombrados por el régimen autonómico indiscriminado, sólo el 58% de los españoles con derecho a sufragio votaron sí a la Constitución de 1978.

La ciudadanía española, por lo tanto, jamás defenderá la Constitución. Eso es imposible, por más que se empeñen los partidos, que son sus beneficiarios.(...) Cualquier proceso constituyente debe iniciarse con un referéndum que ofrezca al Pueblo el régimen político que prefiera: "¿Prefiere usted para España una Monarquía Parlamentaria o una República Representativa?" En aquellos tiempos, que viví, se pretextaron falsos ruidos de sables para evitar la consulta.

(...)

2. La Constitución actual es indefendible: las autonomías se desgajarán en Estados federales en cuanto puedan, lo que ocurrirá en dos legislaturas, no más. Explicaré por qué, si es que hace falta.

El PSOE, en la línea golpista que jamás ha abandonado en toda su historia, intentará repetir la jugada constituyente por la fuerza de los hechos, sin dar la más mínima participación al Pueblo (cuando escribo Pueblo, entiendan ustedes ciudadanía, si lo prefieren, que es concepto mucho más moderno) y ninguneando a los enemigos.

(...)

Lo fatal para España es la necesidad de Pactos de Gobernabilidad para elegir al Presidente, verdadero Jefe del Poder Ejecutivo (el titular es el Rey, pero todos sabemos que es decorativo). En esos pactos, que siempre dependen del voto minoritario de los nacionalistas, éstos arrancan cada vez un jirón de poder estatal en beneficio de su futuro estaducho federal. (...) El final es, pues, la autodeterminación y el federalismo.

3. ¿Cómo detener el proceso de descomposición del Estado?

CON UN SOLO CAMBIO EN LA CONSTITUCIÓN:

"El Presidente del Gobierno será elegido por el Pueblo Español, una semana después de las Elecciones al Parlamento, en segunda vuelta entre los cabezas de las DOS listas más votadas al Congreso.”

“Esa segunda vuelta otorga mayoría absoluta popular al Presidente. El Presidente electo dejará inmediatamente de ser Diputado, ocupando su lugar el siguiente de su lista. El Presidente no se debe a su partido, sino al Pueblo Español que lo inviste.”

“El Presidente no puede hacer leyes, ni siquiera en forma de Decreto, ni el Parlamento puede injerirse en las tareas del Ejecutivo. Sin embargo, cualquiera de los dos Poderes puede disolver a ambos en cualquier momento y convocar nuevas elecciones.”

¿Por qué este mínima modificación lo cambia todo? Porque, gracias a ello, el Presidente siempre se comportará ante los separatismos como los dos presidentes que hemos tenido con mayoría absoluta. Fueron dos legislaturas: una del PSOE, con Felipe González y otra con Aznar, en las mismas circunstancias. En ambas ocasiones, los nacionalismos hicieron aguas, los separatismos se anquilosaron y ETA desapareció como el Guadiana.

Cualquier Presidente con mayoría absoluta tiene un comportamiento jacobino. Y defiende el Estado Español, que es de donde emana su poder. Esta es la solución fácil. Cualquier otra costará ríos de sangre.


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