A mediados de diciembre del 82, recién llegado a Moncloa, vino a verme el interventor. Me dijo que quería hablar conmigo de los sobresueldos que se pagaban con los fondos reservados. Traía una lista y me explicó que desde hacía muchos años todas las personas que trabajaban en Moncloa, a excepción del presidente, tenían asignada una gratificación que se pagaba de los fondos reservados de Presidencia del Gobierno. Para mi sorpresa vi que mi sobresueldo era de un millón de pesetas al mes (...) Le dije al interventor que en principio no me parecía razonable (...) Se lo conté a Felipe, le dije lo que pensaba, le pareció bien y di instrucciones para que a nadie de los que estábamos allí por designación política se le diera gratificación alguna. En otros ministerios también se daban gratificaciones, siguieron con la costumbre y, años más tarde, tuvieron todo tipo de problemas por culpa de los fondos reservados.

Son las palabras de Julio Feo en su último libro. Fuente: Pedro Fernández Barbadillo.

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