Todos hemos estado en alguna relación en la que una de las dos personas pensaba que esa relación se fundamentaba y consistía en una serie de cosas, mientras que la otra persona la basaba en otras muy distintas.

Algo parecido pasa entre los políticos y periodistas. Los periodistas siempre pedimos/exigimos que los políticos sean responsables a la hora de cogernos el teléfono y atendernos. Salvo excepciones en las que un concejal se cree que su móvil sirve sólo para jugar al tetris, por lo general los políticos suelen coger el teléfono y atender más o menos bien a la prensa.

De hecho, muchos políticos valoran muy positivamente atendernos y charlar con nosotros. Son muchas las veces que, hablando con alguno, he oído la famosa frase de: "Yo valoro mucho atender a la prensa, porque si haces una cosa pero no sale en la prensa, es como si no la hubieses hecho". Para un político, por tanto, su relación con los periodistas es meramente comercial y de promoción, sin que intervenga ningún otro factor.

Sin embargo, no estaría mal que alguien les enseñase a nuestros políticos unos argumentos básicos por los que atender a la prensa. Y es que atender a los medios debería ser una total obligación para todos los políticos. Para ellos los periodistas somos meros publicitantes de lo que hacen, pero deberían replantearse ese concepto y darse cuenta de que la labor de la prensa es fundamental y totalmente imprescindible. Todavía no he visto a ningún político ir casa por casa explicándole a los vecinos lo que hace o deja de hacer, con lo que la prensa es el intermediario básico entre los políticos y los ciudadanos. Y, como tal, los políticos deberían atender siempre a la prensa como muestra de compromiso con el derecho a la información que tienen los ciudadanos a los que ellos gobiernan.

Tampoco estaría mal que los políticos supiesen que no sólo hay que coger el teléfono cuando hayas dado una rueda de prensa esa misma mañana y sepas que te van a preguntar por aquello que tú quieres publicitar, sino también cuando te huelas que te van a preguntar algo que no te va a hacer ni pajolera gracia. En primer lugar, porque el que calla, a veces otorga. Y en segundo lugar, por puro compromiso político.

Cuando los periodistas nos quejamos de que los políticos no nos atienden, muchas veces alegamos que no nos permiten trabajar. No debería ser ésa la argumentación, sino una mucho más importante. Y es que cuando un político le niega atención a los medios, le está faltando al respeto a todos los ciudadanos y les está negando uno de sus mayores derechos: el del acceso a la información.

No es, por tanto, una cuestión de modales, sino de derechos fundamentales.