Parece que Francisco Camps se ha librado (por el momento). Según el auto judicial, está claro que Camps mintió cuando dijo que no recibía regalos, pero no existe relación entre esos regalos y los contratos adjudicados a según qué empresarios.

Esta trama corrupta ha tenido varios episodios curioso a la par que bizarros, como cuando Rita Barberá comparó los trajes de Camps con las anchoas que el presidente de Cantabria le lleva a Zapatero, pero ha habido más casos curiosos. El último tuvo lugar hace pocos días, cuando el líder de Izquierda Unida, Cayo Lara, que ha asegurado que cuando era alcalde de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) recibió algunos regalos en su pueblo, como una caja de puros o un queso, pero no pasa nada "porque esto son cosas entre amigos que forman parte de la vida cotidiana".

Angelico, Cayo, no hacía falta que matizases eso, que ya lo sabemos y no pasa nada. Cierto es que Rita Barberá puso un ejemplo muy peligroso y ahora los políticos tendréin que evitar recibir regalos ni de los Reyes Magos, pero ya suponemos que no pasa nada por que un vecino del pueblo te regale un queso. Sin embargo, Cayo Lara sí considera perjudicial recibir regalos caros, y pone como ejemplo cuando recibió una presuntuosa cesta procedente de Juan Abelló, un empresario al que no aprecia demasiado, y la rechazó. No sólo la rechazó, sino que el bueno de Cayo, con dos pelotas y un palito, le dijo a Juan Abelló que se la devolvía porque no eran amigos y que le recomendaba que se portase mejor con sus trabajadores.

Es obvio que quizá sea más cómodo rechazar directamente un regalo cuando creemos que su remitente puede pedirnos algo a cambio en el futuro. Sin embargo, éste es un ejercicio de autocensura que desde este blog rechazamos en absoluto. Es como cuando un periodista no plantea a su jefe un tema concreto porque saben que no le dejarán; al no preguntar siquiera hace un favor tremendo a su jefe, que no tendrá que actuar como censor. Desde este blog siempre invitaremos a obligar al censor a sentirse censor y al corrupto, corrupto.

Así que animamos a Cayo Lara y a otros políticos que no acepten regalos por querer ser honestos, a que los acepten, hombre, que los acepten. Si un empresario es tan buena persona y tiene tan buen fondo de querer regalarte un jamón de guijuelo, ¿qué sucio desagradecido eres tú para rechazarlo? Acéptalo y date un homenaje. Y cuando el empresario venga y te pida el favor a cambio, pon cara de borreguico apenado y dile que pensabas que esos regalos eran fruto de la encomiable amistad y admiración que os unía, no porque fuese a pedirte algunos favores a cambio.

De este modo, a la vez que nos descojonaremos de la risa por dentro al ver a nuestro contertulio hinchándosele la vena, le haremos dar forma léxica a lo que él pretendía mostrar evidente con unos regalitos.

No le demos al corrupto la oportunidad de no sentirse corrupto.