De un tiempo a esta parte, los políticos españoles se tiran más tiempo anunciando que van a hacer una cosa que haciéndola. Zapatero, por ejemplo, se tiró meses y meses insinuando que oiga, que quizás, que lo mismo le daba por subir los impuestos, ojo, que a nadie le sorprendiese si lo hacía, que lo mismo le daba por ahí. "Por Dios, sube los impuestos y cállate de una vez", pensamos muchos.

Rajoy, por su parte, ya ha perdido la cuenta de las veces que ha prometido poner orden en su partido mientras sus supuestos discípulos pasan directamente de ir a sus mítines para dedicarse a otros asuntos.

De esta serie de vicios y despropósitos, tradicionalmente vinculados a los dos grandes partidos, se está contagiando también últimamente Izquierda Unida. Y más concretamente, su líder, Cayo Lara. ¿Cuántas veces ha insinuado que podría haber una huelga general? Si quieren contamos en los últimos doce meses: una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce... Al líder de Izquierda Unida sólo le ha faltado ser el típico cagueta de las series de televisión que se pone a amenazar: "¡Te cuento hasta tres! Uno, dos... dos y medio, dos setenta y cinco, dos och... ochenta...".

¿A qué esperan desde Izquierda Unida? Está claro que, con los sindicatos fuera de combate, IU se convierte en la única alternativa para convocar una movilización similar. ¿Acaso no creen que sea necesaria? ¿Acaso no se sabría contra quién ir, si contra el Gobierno o contra el modelo capitalista en general? ¿Acaso la gente no iría porque no podría faltar a sus trabajos de economía sumergida?

¿O quizá sea porque para que haya una huelga general tiene que haber gente trabajando y ahora de eso hay más bien poco?