(...) Desde que Díaz de Mera llegó a la presidencia en 1998, el club se ha convertido en uno de los mayores y mejores del mundo. El palmarés no miente: tres Copas de Europa, tres Supercopas de Europa, cinco Ligas, dos Recopas, cinco Copas Asobal... En pocos años, Díaz de Mera se había convertido en el Florentino Pérez del balonmano, llevando a su club a los mejores jugadores del mundo y creando una galaxia de estrellas balonmanísticas que pusieron a Ciudad Real en el mapa deportivo mundial. Sólo se diferenciaban en una cosa: Florentino Pérez conseguía hacer rentable su gestión, mientras que Díaz de Mera hacía millonarios desembolsos de dinero en fichajes que traían la ilusión a los aficionados, pero cuya rentabilidad parecía más que dudosa.

Sin embargo, todo lo que rodeaba al club al margen de los fichajes parecía disfrutar de numerosas ventajas económicas. Para empezar, el pabellón: el Quijote Arena, una majestuosa infraestructura con capacidad para 5.200 espectadores digna de un club de balonmano de primerísima línea. Y con un desgaste económico muy inferior al que cabría pensar, ya que los terrenos, de propiedad municipal, fueron cedidos por el Ayuntamiento de Ciudad Real mediante un contrato de cesión que el año pasado fue prorrogado para los próximos 24 años. Además, las ayudas económicas de instituciones como el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta (que en 2009 sumaban aproximadamente un millón de euros, aunque han ido bajando) venían constituyendo un importante porcentaje del presupuesto del club, que en los últimos años ha oscilado entre los 3 y 4 millones de euros. Ante la escasez de patrocinadores (que en su mayoría eran empresas del propio empresario que poco o ningún dinero aportaban), Díaz de Mera aseguraba que el resto de dinero salía de su propio bolsillo.

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