Los policías que desde el domingo custodiaban los accesos al Congreso de los Diputados tenían claro su objetivo: mantener alejados a los indignados de las Cortes. A falta de un cartel identificativo, los agentes decidieron guiarse por la vestimenta. Señor con maletín, sí; joven con rastas, no. Los miembros del 15-M lo sabían y, tras chocarse numerosas veces con la negativa policial, decidieron pasar por el aro para alcanzar su objetivo. Entraron en una tienda con su ropa de siempre y salieron vestidos de gala. Eso fue suficiente para colarse en el Parlamento.

A bordo de un taxi, cinco miembros de la asamblea de Barcelona del 15-M atravesaron a primera hora de la mañana de ayer la plaza de las Cortes. "Vamos al hotel Palace", dijeron a un agente que les preguntó. El atuendo no desmerecía: pantalones de pinzas, zapatos de cordones y camisas almidonadas, ellos; vestidos, blusas y bailarinas, ellas. Ya en las Cortes se identificaron como miembros del 15-M y, para su sorpresa, nadie les puso ni un reparo para entregar en el registro de la Cámara el documento del Movimiento. Los indignados han recogido en siete páginas los problemas que les han transmitido en los pueblos de toda España durante la marcha popular que ha cruzado la Península durante más de un mes y que llegó a Madrid el pasado fin de semana. La asamblea estuvo reunida hasta las cinco de la madrugada de ayer para consensuar la nota, en la que denuncian la corrupción y la falta de democracia, la privatización y precariedad de los servicios públicos o el problema de la vivienda y el empleo.

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