“¡Hola! ¿Hay alguna anciana moribunda que necesita mi ayuda? ¡Sólo por estar ahí, cien euros! ¡Y un beso a toda la España profunda!”. A mi compañero de trabajo se le saltan las lágrimas leyendo esta parodia de Jose Luis Moreno en su Noche de Fiesta que me divierto en escribirle como modelo del esperpento vigente. Él no conoce a esa vieja supuestamente inventada; yo sí conozco a miles de señoras que llaman a los números de pago para lograr un premio y a jovencitas que envían sus mensajes escritos con la contrakultural K para jalear a sus ídolos de la tele-realidad. Mi compañero de trabajo es de los millones de jóvenes que fueron a votar el 14-M y que decidirá la suerte de Zapatero en las próximas elecciones. Me es difícil dibujarle un universo más amable que el de lo grotesco, porque poco a poco le han convertido en un consumidor más que un ciudadano libre. Sabe que tiene que elegir entre dos únicos partidos que persiguen el control de todo: la prensa, la justicia, las subvenciones, los candidatos, las autonomías y los trabajos. De lo que tenga, dependerá en gran medida su felicidad, porque una vez con el corazón arrancado por el muermo de los jóvenes emprendedores españoles llamados Santiago que reciben cartas de José María y viven con holgura y sin complejos progres, difícil será que la bondad, la belleza y la esperanza puedan encontrar un lugar en su vida de lunes a viernes y sábados por la mañana.

Tonino Guitian