Leemos en Público que a partir del martes, el Gobierno alemán grabará las conversaciones telefónicas "para combatir el terrorismo". Con el argumento de que los atentados islamistas de Madrid y Londres podrían haberse esclarecido rápidamente gracias a este tipo de medidas, en apenas dos días el Gobierno alemán sabrá en cada momento quién ha llamado a quién, cuándo, desde dónde y durante cuánto tiempo.

Y la cosa no se queda ahí, ya que a partir de 2009 también podrán acceder al contenido del disco duro de cualquier ordenador del país sin ningún tipo de autorización judicial.

Últimamente se están aprobando en toda Europa las leyes porsiacaso: por si acaso te bajas música, te hacemos pagar un canon; por si acaso eres un sucio terrorista, te vamos a grabar las conversaciones telefónicas. No me negarán que, al lado de las medidas alemanas, nuestro canon digital es un corderito recién nacido. La medida aprobada por el presidente federal, Horst Köhler, que firmó sin pestañear, nos acerca cada vez más al Gran Hermano orwelliano. Esta bonita excusa de prevenir el terrorismo (que de excusa tiene mucho pero de bonita no tiene absolutamente nada) no sólo vulnera el derecho más elemental a la intimidad (algo tan obvio que cansa decirlo), sino que además constituye un paso más dentro del camino que antes o después recorrerán todos los Gobiernos para tener controlado cada segundo de las vidas de sus ciudadanos.

Estas tácticas tampoco son nuevas, ni Alemania es, ni mucho menos, un innovador. Desde hace innumerables años, Estados Unidos es el auténtico rey del universo en el arte de tener a la gente en un constante estado de miedo y pavor, ante el que los ciudadanos sólo saben depositar en su Gobierno su confianza ciega y renunciar a sus derechos más elementales porsiacaso. "Vendéis vuestra libertad a cambio de una vida más cómoda", decían en La naranja mecánica.

Lo cierto es que desde España vemos lo que va a pasar en Alemania y nos parece un mal chiste, ya que, a día de hoy, y gracias a lo que sea (toco madera), Europa no vive el peligro y la alarma que vivía hace apenas dos años. Aún así, la masa es torpe, vulnerable y asustadiza, y seguro que si en cualquier país se pregunta a los ciudadanos qué les parecería que su propio Gobierno le espiase el teléfono y el ordenador para prevenir el terrorismo, a la mayoría probablemente le parecería bien; no les importa pagar un precio tan alto como es su derecho a la privacidad a cambio de que sus gobernantes dejen de atormentarles (aun cuando todos sabemos que esta victoria daría alas a los políticos, que tendrían vía libre para comenzar una vorágine de tormento constante).

Así pues, vayamos cediendo terreno poco a poco, que llegará un día en que nos daremos cuenta de que hemos entregado nuestros datos, nuestra casa, nuestra privacidad y, en definitiva, nuestra vida, para que en cada momento puedan aleccionarnos. Bueno, claro, y para prevenir el terrorismo.

El diccionario de la RAE define terrorismo como "Dominación por el terror". ¿Quién es entonces el terrorista?