"Odiar la homosexualidad no es odiar al homosexual, por la misma razón de que odiar el hambre no supone odiar al hambriento ni odiar el sida significa aborrecer al sidoso. Sin embargo, esta majadera traslación semántica se ha convertido en algo aceptado hasta por mentes brillantes. De nada sirve alegar algo tan lógico como que nada tiene uno contra los homosexuales, pero que la homosexualidad ni es sexo, ni es amor, ni es matrimonio, sino una cochinada enorme, objeto de tratamiento psiquiátrico. De nada servirá: eres un homófobo.

(...)

Soy homófobo porque la homosexualidad es degradación de las personas, y a mí me gusta mucho el ser humano. Degradación no sólo física, sino también psíquica y, naturalmente, moral. Claro que existe una estética homosexual -sencillamente horripilante, hagiografía del feísmo-. Una degradación de tal calibre corroe a la persona en todas sus esferas, y corroe a las sociedades como un virus de difícil erradicación".


Más en este artículo de Eulogio López, director de Hispanidad.com.

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