Criticar a Rajoy: ¿un acto de valentía?

Empezamos a no poder contar con los dedos de las manos las personas que, de un modo u otro, han dado algún toque de atención a Rajoy o directamente han renegado de él y se le han enfrentado: Zaplana, Acebes, Esperanza Aguirre, Ignacio González, María San Gil... Todos éstos (y algunos más) han sido los dirigentes del PP que parece que han plantado cara a Mariano Rajoy y se están ganando a los disconformes del partido. Sin embargo, dejen ya de contar valientes. Y es que, a partir de ahora (o quizá incluso desde antes), renegar de Mariano Rajoy no es, en absoluto, una valentía, sino que en el Partido Popular parece ser casi más una necesidad para seguir vivo dentro de la formación. A día de hoy no hay nadie que confíe en Rajoy, de modo que todo aquel que permanezca a su lado correrá el riesgo de ser enjaulado en la vieja guardia y desterrado para siempre, algo que, sin duda, pasará a todos los que permanezcan en su hombro hasta el congreso de junio en Valencia.

Pero si hay un personaje desgraciado en el PP, ése es Alberto Ruiz Gallardón. El alcalde de Madrid, a quien Rajoy ya dejara fuera de juego antes de las elecciones, acaba de saber que cuenta con él para la dirección del partido. Total, casi ná. Si Gallardón ya tenía el futuro negro tras las elecciones, ahora lo tendrá más negro aún si permanece al lado de Mariano y no se apresura a cambiar el discurso (algo que ya ha hecho, pero sin renegar de Rajoy). La cuestión es que este hombre, siempre cauto y precavido, no quiere criticar directa y públicamente a Rajoy, cuando ésa sería la única forma de no enjaularse directamente en la alcaldía de Madrid sin opciones de medrar.

Y mientras todo esto se cuece en el PP, Zapatero tiene que tener un aburrimiento que lo mismo le da por subir los impuestos, ilegalizar los matrimonios gays, mandar tropas a Irak, legalizar la marihuana o hasta invadir Polonia. Total, si nadie se va a enterar.

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