(Viñeta de Manel Fontdevila)

Una diferencia básica existente entre la política y el fútbol es que los del primer grupo tienen más recursos lingüísticos que los del segundo. Así, cuando el Madrid lleva tres partidos seguidos, el presidente, el entrenador y los jugadores sólo aciertan a decir que "no hay crisis", pero la misma negación incluye el término maldito y ya crea la duda.

Sin embargo, los políticos son, obviamente, mucho más listos. Por un lado tenemos al PP, un partido en el que existe un linchamiento brutal sobre el que era su líder y que, por el momento, seguirá siéndolo a pesar de que medio partido lo había puesto a parir sin ningún tipo de compasión e, incluso, en ocasiones sin ningún tipo de respeto ni educación. Uno se piensa que esto es una crisis, pero resulta que no, que estamos ante un debate pacífico de posturas, un proceso democrático de ideas, una regeneración democrática del partido o vaya usted a saber qué otra cosa. Mientras tanto, a trompicones, sale adelante un líder que lo es porque ninguno de sus compañeros se atreve a presentar una lista por si acaso pierde y su autoestima queda mermada; todos prefieren quedarse en la retaguardia, criticar por la espalda y oír esas palabras que tanto les reconfortan: "tendrías que presentar tú una lista"... algo que nunca harán.

Por otro lado tenemos al Gobierno, que al principio comenzó más o menos bien con el disimulo lingüístico pero que ahora se lo está montando tan sumamente mal que ni el río revuelto de la oposición les libra. Lo del Gobierno ha sido un auténtico (y grotesco) record al buscar sinónimos eufemísticos para la crisis: desaceleración intensa, periodo de ajuste, acumulación de desequilibrios... y así hasta 25. El caso es que todo este tipo de negaciones, además de crear una situación grotescamente ridícula, crea al Gobierno una mala imagen que bien se podrían haber ahorrado si se hubiesen esforzado en mentirnos mejor: y es que cada día están más caros los alimentos, los carburantes, los pisos, el Gobierno va a disminuir el empleo público en un 70% y "el crecimiento económico cada vez es menor"; sin embargo, una gran parte de los ciudadanos habla más de crisis de lo que realmente la siente. Es decir, todo el mundo habla de lo mal que está la economía aunque parecen ser pocos los que notan la crisis en el bolsillo. Aunque con las encuestas de los medios vaya usted a fiarse, pero si esto es cierto, el Gobierno se habría ahorrado más de un dolor de cabeza si nos hubiese sabido engañar mejor.

Cualquier cosa menos decir la palabra prohibida.

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