Hasta no hace mucho tiempo, la piratería la representaban principalmente los manteros, con frecuencia inmigrantes, que se miraban con cierta compasión y a los que se compraba sus discos y vídeos con la disculpa de estar ayudando al necesitado. Al fin y al cabo, aunque el comprador sabía perfectamente que estaba adquiriendo género robado, su adquisición "no hacía daño a nadie". Aunque ahora está demostrado que tras las redes del top manta están las mismas organizaciones mafiosas que trafican con droga y hasta personas, lo cierto es que el consumidor de estos productos piratas no se siente de ningún modo culpable. La piratería es un problema de educación que, con la democratización de la tecnología, es cada vez es más complejo.

Porque el problema del pirateo no debe centrarse exclusivamente en la venta en la calle, sino tratarse de manera mucho más global. Las compañías del sector estamos muy preocupadas con las descargas ilegales de Internet. Los infractores son lo que se podría denominar ladrones de guante blanco que cuentan con la connivencia de parte de la sociedad y hasta tienen un cierto glamour que, por supuesto, debería eliminarse. Descargarse una película por la red es tan ilegal como sustraer un DVD en una gran superficie o almacén. No es, por tanto, un delito con minúsculas.

Más en este artículo de José María Irisarri, presidente de Vértice 360 grados.

(AMPLIACIÓN: Pepe Cervera responde a Irisarri.)

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