Sarkozy, a la caza del pirata
Cuando muchos oíamos cosas de este tipo nos faltaba poco menos que echarnos a reír porque dábamos por hecho que eso nunca pasaría. Pero ahora Francia ha dado el primer paso para dejar sin internet a quien use programas P2P y lo que parecía una broma de mal gusto está más cerca de convertirse en realidad.
Como ponerme a decir que esta medida me parece una barrabasada grotesca y una estupidez inmensa sería repetirme y no decir nada nuevo, prefiero llevar nuestro análisis (si así se puede llamar a los que vamos a hacer) por otros derroteros. Y es que nunca nos ha gustado entrar en si determinadas decisiones estúpidas se toman por influencias personales o no (prefiero pensar que David Trueba le dio un papel a Ariadna Gil en Soldados de Salamina porque creía -craso error- que lo haría bien, no porque fuese su mujer). Sin embargo, y viendo a qué personaje estamos analizando ahora, parece que no queda más remedio que ponerse a describir al sujeto que está impulsando todo esta cruzada anti-P2P en Francia y, por efecto dominó, en toda Europa.
Y es que no creo que sea un comentario subjetivo ni meramente personal decir que Sarkozy, por lo que deja entrever en sus apariciones públicas, representa al típico fanfarrón que quiere dejarse ver como salvador de la humanidad y líder de la nueva ola europea, una nueva ola, por cierto, que quiere desprenderse de los inmigrantes ilegales (con el apoyo de la izquierda española). Y en todo esto, Sarkozy juega el papel de ineludible protagonista que no sólo quiere ser persona, sino que también quiere convertirse en personaje. Y qué mejor forma de hacerlo que montarse una familia al estilo de los antiguos y seductores presidentes americanos que situaban a su lado a una famosa para sacarla a relucir para que la gente se entretenga con ella mientras ellos sacan adelante disparatados planes políticos.
Pero claro, el favor que hacen estas segundas damas nunca es gratuito, con lo que uno siempre se arriesga a que el presidente en cuestión saque su lado fanfarrón para aprobar alguna memez que contente a su cónyuge. Y en estas tesituras nos encontramos con que la cónyuge en cuestión es una tecnófoba y acérrima enemiga de los programas P2P, con lo que a Sir Sarkozy se la trae totalmente al fresco aprobar una serie de barrabasadas con tal de contentar a según qué personas. Y así nos luce el pelo.
Esperemos que Carla Bruni no se encuentre nunca a Elton John, no sea que les dé por ponerse a hablar...
P.D.: los mejores retratos de la fanfarronería de Sarkozy servidor los ha visto en los dibujos de Manel Fontdevila, sobre todo en éste.
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