La campaña del Ayuntamiento de Sevilla en contra de la prostitución ha levantado revuelo en los medios, como última culebrilla de agosto. Una vez más, la publicidad es utilizada por los gobernantes como arma arrojadiza para tapar una hipocresía social que no son capaces de abordar de otro modo.

El argumento es bastante mezquino y simplista: «¿Tan poco vales que tienes que pagar?». Si existiera una asociación de feos y desvaforecidos ya hubiera puesto la pertinente queja en Autocontrol.

La noticia podíamos leerla ayer en soitu, y es un ejemplo más de cómo es más fácil hacer publicidad que afrontar problemas.

La hipocresía y la incongruencia están a la orden del día en este tipo de campañas institucionales. Se venden y homologan para circular vehículos que superar los doscientos kilómetros por hora, para después realizar campañas de publicidad que culpabilizan de los accidentes a los conductores.

Aunque los quitamiedos de la carretera constituyen la principal causa de accidentes entre los motoristas, desde tráfico se empeñan en proyectar la imagen de este colectivo como irresponsables descerebrados que «lo van buscando».

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