De un tiempo a esta parte el nombre de Enrique Bunbury está asociado al rumor, el escándalo y las noticias extramusicales. La espantada en una de sus últimas giras en solitario, el revuelo de la vuelta de Héroes del Silencio y el mal sabor de boca que dejó a muchos de sus fans la desorganización del concierto de Valencia y, recientemente, una acusación de plagio de un disco que saldrá el 7 de octubre y que a pesar de ser muy pocos los que han tenido oportunidad de oírlo ya está en boca de todos.

Enrique Ortiz, más conocido artísticamente como Enrique Bunbury, con un apellido extraído de la obra de teatro de Oscar Wilde 'La importancia de llamarse Ernesto'. Ya saben, esa en la que, en breve resumen, los protagonistas se apropian de identidades y personalidades que no son las suyas.

Algo que lleva haciendo Bunbury desde el comienzo de su carrera, cuando en los primeros discos de los Héroes compartía peinado con la Infanta Elena de Borbón o poco después se transmutaba en clónico ibérico de Jim Morrison. Por no hablar de su desmesurado afán de querer convertirse en el nuevo Raphael con su histrionismo forzado encima del escenario, sin darse cuenta de que jamás una salida de tono o un ademán le saldrá tan natural como al niño de Linares por muy estudiado que éste los tenga.
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En noviembre del pasado año, la revista La Clave publicaba el artículo "¿Quién escribe las letra de Héroes del Silencio?", donde su autor Fernando del Val descubría toda una galería de frases extraídas de Pablo Neruda, Mario Benedetti, Baudelaire o William Blake en los discos "El espíritu del vino" o "Avalancha".

Mucho más en este increíble rapapolvo que le suelta Alejandro Arteche a Enrique Bunbury.

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