Mr. Hyde
La teoría de la selección natural no podría venir más al caso estos días, en los que se habla minuto sí minuto también de la crisis económica que a tooooodos acecha. Esto de señalar a todos los ciudadanos como víctimas de la crisis no deja de ser un interesado malabar para intentar hacernos creer que estamos todos al mismo nivel, cuando ni de lejos es así.

Y es que quien piense que ahora vendrán las oportunidades para los tipos con verdadero talento no sólo es un iluso, sino que directamente es un tonto de remate. Cuando un pueblo está oprimido, juega a sentirse ilusionado y a creer que sus opresores caerán más pronto que tarde. Pobrecitos de ellos. Los ciudadanos de a pie, algunos de ellos inmersos en una situación de cuasi-pobreza, se hacen pajas mentales pensando que ellos están mal, pero que no son los que sufren una mayor proporción de desgracia. "Nosotros hemos perdido muy poco, porque nunca hemos tenido nada", dicen, y lucen una risa falsa y nerviosa asegurando que los grandes amos de la pecera han perdido mucho, muchísimo más, y que serán los condenados al infierno.

Esta especie de pseudo orgullo obrero que aflora estos días es tan entrañable como ridícula. Hay que ser un verdadero imbécil para no darse cuenta de que el esqueleto económico viene siendo innato desde hace unos siglos y que resulta absurdo tan sólo pensar en un cambio. Éstos que se creen que se avecinan nuevos y diferentes tiempos deberían darse cuenta de las diferencias entre lo permanente y lo transitorio, entre el ser y el estar. El sistema económico no está así; el sistema eocnómico es así, y pensar que algo va a cambiar está bien si queremos jugar al juego de los deseos, pero no si queremos vivir en el mundo real.

Parece que los ilusos no se quieren dar cuenta de que los grandes empresarios no son un elemento de nuestras economías, sino que son el pilar básico que los sustenta. ¿De verdad creen que los que mandan son los políticos? Ésos hace tiempo que se dedican a jugar a la política, pero quienes realmente tienen la mano en el volante son los que ordenan y mandan en nuestras economías, que no son otros que los grandes empresarios. No es que los grandes empresarios gocen de una situación privilegiada en la economía; es que los grandes empresarios son la economía, y hace muchos años que los políticos les entregaron ese legado.

¿Cómo, que no me creen? Fíjense, si no, en cómo se está gestionando la famosa crisis, con unas ingentes cantidades de dinero entregadas a los bancos sin ningún tipo de condición ni de exigencias. Ese dinero debería servir para que todos los agentes económicos recuperasen la confianza y todo volviese a estar bien, pero los bancos ahora no se fían de nadie y no le prestan su dinero ni a Rita la cantaora. Lo dicho: dinero que los gobiernos han entregado a los bancos a fondo perdido, sin ningún tipo de beneficio social. Por otro lado, fíjense en la millonada del Fondo Estatal de Inversión Local, destinada a reducir el paro y dar empleo a más gente. ¿Y qué sector tiene más desempleados? Oh, sorpresa, el de la construcción, con lo que el Gobierno ha decidido que los ayuntamientos inviertan el dinero de ese Fondo en obras a nivel local. ¿Y a quiénes creen ustedes que se les adjudicará esas obras? ¿Al pequeño albañil de barrio que lucha por sobrevivir? ¿O a ése empresario constructor del que ayer intentaban ustedes reírse pensando que se iba a arruinar y que ahora recibirá dinero a raudales? Ay, pajaricos...

La selección natural de Darwin deja a cada uno en su lugar.


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