Ni quejas, ni demandas, ni voces. Resignación. Pánico. Ataque de responsabilidad colectiva. Son algunas de las razones para una realidad que se come al día 6.500 puestos de trabajo. Los laboralistas nunca habían experimentado tanta cooperación sindical, empresarial, individual y judicial a la hora de negociar despidos. El silencio se ha convertido en cómplice.

"No se habla de otra cosa más que de crisis. Y esta es, además, global. Así que cuando te llaman para decirte que gracias por los servicios prestados pero que la empresa no pueden seguir permitiéndose tu sueldo, sólo sientes que ya se está materializando ese momento que llevas meses imaginando".
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Sin embargo, los expertos en laboral observan en su día a día que un momento soft flota en el ambiente. Los trabajadores aceptan las condiciones del despido sin oponer resistencia, es decir, ni se molestan en demandar a la empresa. Los jueces se muestran más flexibles y los sindicatos firman acuerdos y apoyan ERE que habrían sido impensables hace seis meses.

De hecho, los ERE autorizados en 2008 superan los 6.000, un 65% más que en 2007, y afectaron a cerca de 150.000 trabajadores. De todos ellos, no llegan al 5% los expedientes que se aprobaron sin pacto entre el comité y la empresa, según datos del Boletín de Estadísticas Laborales (BEL) del Ministerio de Trabajo. "Los sindicatos están mucho más moderados, quizás por un sentido de la responsabilidad ante la crisis", explica el abogado laboral Manuel Valentín Gamazo. El letrado asegura que ni la crisis del petróleo del 73, ni la del 93 —con huelga general en el 94 como respuesta— en la que el paro subió por encima del 24%, había visto una actitud similar en los representantes de los trabajadores.

Más en este reportaje de Pilar Portero para Soitu.