Últimamente no dejo de toparme con gente que dice hacer cosas para no pensar. Ven cierta televisión para no pensar, leen ciertas novelas para no pensar y se meten en un cine a condición de que el director no les exija el más mínimo esfuerzo intelectual. Esto es extraño, ya que, según los neurólogos, la actividad cerebral no puede interrumpirse así como así. De modo que, me temo, lo que esa gente busca no es tanto dejar de pensar como desactivar su capacidad crítica, su derecho a cuestionar e indignarse. Eso sí puede anularlo la mala literatura, el mal cine y la mala televisión. Lo que esas personas no quieren pensar es que, quieran o no, piensan.

Más en la columna de José A. Pérez en Público.