Una de las cosas más curiosas que nos han dejado las elecciones europeas es la enigmática -y desconocida- ecuación que puede explicarnos la vinculación entre la corrupción y el éxito. Aunque no son los únicos casos, el Partido Popular y Berlusconi son claros ejemplos de cómo una persona física o jurídica cuya legalidad e imagen pública está en entredicho se sobrepone sin problemas a todo ello en unas elecciones e incluso supera sus espectativas de voto.

Para intentar acercarnos a la fórmula de esta ecuación podemos pensar en dos factores:

- Radicalización: No nos engañemos, hoy en día alguien es del PSOE o del PP como quien es del Madrid o del Barsa: hasta la muerte, a pesar de los pesares y con una venda en los ojos. Es por eso que, aunque veamos a los nuestros en serios apuros, pensamos que a los rivales también les va mal o -incluso- que les va todavía peor que a nosotros pero se han encargado de desprestigiarnos. Y aquí ya no valen ni los jueces, a los que los partidos desautorizan y critican según les convenga. En plena campaña electoral hemos vivido la política del 'Y tú más' con la que los partidos han visto la paja en el ojo ajeno. Como si eso sirviese de algo. Y es que para qué vamos a criticar a los que nos engañaron llevándose nuestro voto, cuando es mucho más fácil defenderlos a muerte y a ciegas a la vez que nos sumergimos en teorías conspiranoides que dejan al rival en peor lugar.

- No extrapolación: También podríamos pensar que algunos votantes, haciendo uso de una excepcional estructuración de conflictos y jerarquías, hayan optado por seguir dando su voto a equis partido o equis político porque sus coqueteos con la ilegalidad se hacen más bien en casa y no afectan a Europa, como si la corrupción supiese distinguir las fronteras. Podríamos pensar que estos votantes han sabido separar lo que es Europa de lo que son sus países y han decidido que cada trapo se lave en su momento. Como si la corrupción supiese distinguir las fronteras, una vez más.


Sea como fuere, lo cierto es que algunos partidos políticos estarán desconcertados ante determinadas actuaciones del electorado, mientras que otros deben de estar cantando las mil alabanzas de los que les votaron a pesar de estar más tiempo en la silla de un juzgado que en la de su despacho. Por tanto, no me cabe ninguna duda de que a partir de ahora todos los partidos se van a lanzar a la corrupción al descubierto para que todos los ciudadanos sepan de sus frecuentes ilegalidades y les voten aún más, que parece que funciona.

Es posible que esta teoría de la corrupción al descubierto les parezca incomprensible y absurda.

Tan incomprensible y tan absurda como el hecho de que dos partidos corruptos hasta las cejas hayan ganado las elecciones en su respectivo país.



P.D.: La primera viñeta es de Mauro Entrialgo; la segunda, de Manel Fontdevila. Podéis pinchar en llas para verlas mejor.