Hace una semana aproximadamente entrevisté a José Antonio Pérez, guionista de El Hormiguero, colaborador de Público y responsable del blog con el humor más cabrón de toda España, Mi Mesa Cojea. El blog destaca, entre otras muchísimas cosas, por sus entrevistas ficticias y por vaticinar lo que pasará en el mundo en el año 2020.

Como la entrevista quedó más bien larga, os pongo por aquí la primera parte. La segunda y última llegará mañana.

— ¿Cuánta gente conocía tu blog en noviembre de 2007, cuando lo creaste?
— Si no recuerdo mal, tres personas: el colega que me animó a abrirlo, mi chica y Bill Gates.

— Supongo que todos queremos que nuestro blog suba de visitas, pero, ¿te esperabas tal éxito en apenas un mes?
— Como yo no tenía ni idea de blogs, no sabía cuántas visitas eran consideradas un “éxito” (pongo la palabra entre comillas porque le tengo bastante manía). Recuerdo que me sorprendí una noche en que, de pronto, se dispararon los comentarios. Pensé: ¿qué ha pasado aquí? Era, obviamente, porque había salido en portada de Menéame. A partir de ahí, estuve unos meses al tanto del número de visitas, procedencia y esas cosas. Hoy paso completamente de todo eso.

— Dicen que cuando un bloguero no tiene casi visitas adora Menéame, pero que cuando consigue visitas lo acaba odiando...
— Yo administro mi odio mucho mejor. Soy incapaz de odiar una web. Visito Menéame casi todos los días, y me gusta. ¿Que a veces sale mi blog? Pues muy bien. Entiendo que haya gente que no le guste salir en portada de Menéame porque te entran un montón de trolls. Yo, como tengo cientos de trolls habituales, ni lo noto.

— ¿Es una vía de escape el blog?
— Para mí, sí, sin duda. Me gusta escribir, y el blog es una herramienta para forzarme a hacerlo con regularidad, para enseñar lo que escribo y para percibir cómo lo recibe la gente.

— ¿Cómo te llevas con tus trolls?
— Los trolls son una parte fundamental de Mi Mesa Cojea. Si no me llamaran fascista hijo de puta o abertzale de mierda cada día, nada de esto tendría sentido. Lo mejor de Mi Mesa Cojea, como todo el mundo sabe, son los comentarios.

En la entrevista a Blogoff diijiste que un blog no tiene por qué ser democrático, refiriéndote a la eliminación de algunos comentarios...
— Me refería a la elección de los temas, de los enfoques, de los colorines, y también, claro, la gestión de comentarios. Me refería a que la democracia es, en esencia, una forma de gobierno y que aplicarla, como concepto, a todos los aspectos de la vida me parece un error. Mi blog no es democrático porque no está consensuado entre todos los que lo hacemos (que somos los comentaristas y yo). Yo, por cierto, sólo elimino los comentarios que contienen amenazas explícitas contra mí o contra otros comentaristas. Y también insultos sin gracia (los que tienen gracia, por supuesto, los dejo).

— Hace poco, en un artículo que hiciste sobre la (auto)censura, un comentarista te dijo: "Para leer crítica decente ya me voy yo a Diagonal. Tú dedícate a hacerme reir, que lo sabes hacer muy bien". ¿Están aumentando tus ganas de matar?
— Una de las cosas fantásticas que permiten los blogs es escribir tal y como te encuentres cada día. Si salgo a la calle, hace sol y me cruzo con un montón de chicas preciosas, probablemente escriba una oda a los ombligos (lo hice). Pero no todos los días son así. Lamentablemente.

— Anda, que menuda se lió con lo de Madeleine McCann, ¿eh? (1, 2...)
— En realidad no fue para tanto, pero no veas lo que se ríe la gente cuando lo cuento en las cenas. Es mi anécdota comodín.

— En su momento dijiste que cuando te llegó el aviso al móvil te acojonaste. ¿Qué pensaste que podría pasar?
— Claro que me acojoné. Me vi en un conflicto legal con News International, y eso, lo mires como lo mires, no es una perspectiva vital agradable. Afortundamente, luego me tomé varios cafés, me tranquilicé y entré en razón.

— ¿Crees que los ‘censores’ de según qué cosas están monopolizando las formas de crítica? Parece que sólo se puede criticar algo diciendo formalmente: "Critico esto". ¿Es el humor una forma de crítica?
— El humor puede ser cualquier cosa; también una forma de crítica. No sé si es la más efectiva (quizá no), pero es la que sé hacer y es con la que mejor me lo paso. Aunque, como he dicho antes, no todos los días tiene uno ganas de ser gracioso.

— Cuando la gente no encuentra argumentos para criticar algo con argumentos, dice que es "de mal gusto". ¿No es un concepto un poco difuso, eso del mal gusto?
— Vivimos en la era de la corrección política, y lo políticamente correcto es, por definición, el buen gusto. Cualquier cosa que se salga de la ortodoxia políticamente correcta será acusada de pésimo gusto, de búsqueda de la polémica gratuita, de oportunista…

— Lo que parece evidente es que los McCann son un filón para todo humorista, ¿eh?
— Sí, cada cierto tiempo aparece en la escena pública una persona que, sin quererlo ellos, son un regalo para los humoristas (aunque sean verdaderos dramas sociales y polícitos). Pienso en gente como Aznar, Bush, Magdalena Álvarez, Camps… Personas que, con respeto, llamo "sacos de hostias".

— Por cierto, ¿qué pasó al final? ¿Te llegó alguna demanda?
— Por ahora no. Pero, que yo sepa, el "final" no ha llegado. La niña sigue desaparecida, los padres libres y yo sigo tendiendo un blog.

— ¿La censura ha supuesto una especie de desafío para que ahora escribas más sobre Madeleine?
— Hombre, todo lo que escribí (y escribo) sobre el caso McCann pretendía denunciar la vergonzosa cobertura que la prensa sensacionalista le estaba dando. Si por decir eso, los diarios sensacionalistas van a por mí, pues sí, evidentemente, me llena de razones. Y hace que sea más divertido.

— ¿Qué es peor, la censura o la autocensura?
— Son lo mismo. La censura es alguien que te dice: "no te vamos a publicar eso". La autocensura es querer evitar que te digan eso.

— Dice Wyoming que "La libertad de expresión no consiste en la posibilidad de decir lo que uno piensa, sino en que no te ocurra nada por hacerlo"...
— Buena frase. Te doy otra cita a cambio, de un tipo bastante menos gracioso que Wyoming: "Si no hay libertad para ofender, no hay libertad de expresión". Lo dijo Salman Rushdie.