El incendio de ayer en Ciudad Real fue una experiencia impactante. Tengo un chalet a dos kilómetros de esta capital, por la carretera de Piedrabuena. Este martes, estaba en mi piso en la ciudad y me dio por mirar por la ventana. De repente, parecía que había niebla, pero era negra. Llamé corriendo a mi madre y me dijo que el fuego estaba muy cerca y que venía de todos lados, que estaban rodeados.
Entonces cogí el coche y me fui corriendo hacia mi chalet. Durante el camino, se podían ver árboles partidos del viento a través de la ronda de Ciudad Real. Estaba todo lleno de cenizas y había un viento terrible. Al parecer, la policía tenía el acceso cortado, por lo que decidí ir por unos caminos que conozco bien, y efectivamente no había nadie que me impidiera el paso.
Llegué a una zona en que, a ambos lados del camino, las cunetas estaban ardiendo. Las llamas alcanzaban al menos los dos metros de altura, y en ocasiones atravesaban el camino, así que cerré las ventanillas y pasé a toda velocidad. El coche se puso como un horno al pasar por las llamas mientras sentía el calor en la cara.

José Luis Morales cuenta en primera persona en El País el incendio de ayer en Ciudad Real.