Ya son muy pocos los aeropuertos a los que las aerolíneas acuden pensando en el número de pasajeros que cogerán un avión. Ante el aluvión de infraestructuras de este tipo y los empeños de ciertas instituciones por tener un aeropuerto en su territorio, las compañías responden o no en función de cuánto les ofrece el político de turno por volar desde su tierra. Es el caso de Ciudad Real.

Este mes de noviembre, Vueling ha comenzado a volar desde el ruinoso aeropuerto de Ciudad Real (en quiebra y con un ERE en marcha) a Barcelona y París. Es la cuarta compañía que aterriza en Ciudad Real y, a partir del próximo jueves, será la única, ya que Air Nostrum, Air Berlín y Ryanair se han ido marchando atemorizadas por el nulo negocio y por los negros nubarrones que se ciernen sobre esta infraestructura.

Con tan negro panorama, ¿qué puede mover a una compañía a instalarse en Ciudad Real? El poderoso caballero, que diría Quevedo. Y es que la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha le ha puesto encima de la mesa a Vueling un plato que nadie rechazaría: 2,3 millones de euros. Y lo ha hecho a través de una empresa pública creada ad hoc el pasado mes de junio para salvar el Aeropuerto.

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