Todos los partidos políticos tienen sus propios topos, a los que mandan al equipo rival para que incordien un poco. Pero los tiempos de los Bonos y los Gallardones ya han pasado, y los topos ahora son aún más descarados y se esconden menos.

Un ejemplo claro es el de Beatriz Rodríguez Salmones, antigua portavoz de Cultura del PP en el Congreso y actual portavoz de Defensa. Esta diputada, en su momento, ya se desvinculó de la doctrina de partido y apoyó sin tapujos la ampliación del canon digital.

Ahora, Rodríguez Salmones ha lanzado sus críticas contra la ponencia política del PP, en la que, según la propia diputada, se equipara el nacionalismo de PNV con el de ETA; la diputada ha asegurado al hilo de esto que "no puedo suscribir una descalificación tan brutal del PNV (...) no tengo la menor razón para hacerlo y creo que no hay que hacerlo".

Ustedes me dirán que vaya novedad, que a día de hoy no hay quien deje títere con cabeza en el PP. Sin embargo, Rodríguez Salmones nos muestra su carilla de topo como sólo los topos saben hacerlo: no mojándose cuando, efectivamente, no hay que hacerlo. Y es que en condiciones normales, la diputada presentaría "tranquilamente" enmiendas a la ponencia política del PP, pero tal y como está la cosa... pues oye, que mejor uno se está calladito: "ahora mismo, parece que tenemos una confrontación bíblica a lo Caín y Abel y me guardaré muy mucho de declarar mi opinión porque no quiero declarar guerras".

Si es que hay que aprender de los que saben.

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