Vaya por delante que este blog siempre ha evitado ser oportunista y hablar de temas que están de moda no más de tres o cuatro días. Es probable que en esta ocasión se peque de oportunismo, pero servidor cree precisamente oportuno mencionar un par de cosas.

Ayer supimos que en Atarfe (Granada) ha muerto un piquete informativo de la huelga de transportistas arrollado por un camión, al que el resto de piquetes le achacan no sólo la culpa sino también la voluntariedad del atropello: según sus propias afirmaciones, cuando el camión vio al piquete, aceleró y se lo llevó por delante, dándose después a la fuga.

En este blog no nos vamos a parar a cuestionar el hecho de que un camionero se lleve por delante deliberadamente a un piquete ni vamos a intentar justificar su actitud ni buscar razones lógicas, ya que éste es un hecho condenable a todas luces. Sin embargo, no estaría mal que reflexionásemos un poco sobre la labor de un piquete.

En principio, la labor de un piquete de huelga es, simplemente, la de informar a los trabajadores sobre los motivos de la huelga para que éste, libremente, decida unirse a ellos o continuar con su trabajo. Sin embargo, cada día vemos cómo la labor de los piquetes acaba reduciéndose en muchas ocasiones a boicotear e impedir, por medios bastante cuestionables, que los no adscritos puedan trabajar. Esto debería ser, sin duda, un motivo de denuncia, pero a día de hoy ya nos hemos acostumbrado y hemos dado por hecho que el concepto piquete implica, en mayor o menor grado, otros conceptos como coacción, amenaza o incluso violencia. Todos hemos visto en la prensa camiones desvalijados, cabinas incendiadas (con el conductor dentro), ruedas pinchadas, destrozos... parece que sólo si está la prensa delante toda la mañana se consigue que haya una situación normal o, al menos, respetuosa.

Es obvio que, al igual que existen estos ejemplos, habrá habido paros totalmente legítimos que no hayan incurrido en ningún tipo de ilegalidad, pero todos hemos visto ejemplos como los de arriba en nuestras propias ciudades. Y uno se cuestiona hasta qué punto tiene derecho un trabajador a obligar a un compañero a secundar una huelga con la que quizá no esté de acuerdo, o hasta qué punto un camionero que esté trabajando tiene que aguantar que sus propios compañeros (ni su jefe ni su sindicato, sino sus propios compañeros) lo llamen ladrón, sinvergüenza, le paren el camión, le pinchen las ruedas, le tiren la mercancía...

Por supuesto que de ningún modo esto justifica la muerte de una persona, pero, indudablemente, los compañeros del piquete muerte deberían preguntarse hasta qué punto su actitud durante estos días está siendo legítima y respetuosa.

P.D.: perdón por la publicidad de algunos de los vídeos, que en algunos casos no resulta demasiado agrable.

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