Amparo Sánchez termina la aventura de Amparanoia. Y lo está haciendo con una gira de despedida que anoche paró en Miguelturra (Ciudad Real), una estación del viaje en la que muchos pudimos despedirnos de una de las apuestas musicales más sinceramente alegres de este país.

A las 23:11 de la noche, las luces del Auditorio se apagaban, comenzaban unos ritmos electrónicos y el movimiento de las nuevas luces daban paso a los primeros músicos. Apenas unos segundos después, y con la solemnidad adecuada, Amparo Sánchez aparecía en el escenario con una sonrisa y un beso al público como tarjetas de presentación. Durante toda la actuación se sucedieron una serie de dicotomías que dieron un clima especial al concierto. Por una parte, los temas elegidos: el grupo comenzó con temas tranquilos, cuidados y rescatados del universo más íntimo de Amparanoia. No tardaron en llegar otros evidentemente moviditos como ‘En la noche’ o ‘You know what I mean’. El público, aunque no muy numeroso, demostró una absoluta compenetración y siguió moviéndose con energía –y cierta rebeldía- al ritmo de canciones tan sublimes como ‘La semana’, ‘La fiesta’ o ‘Que te den’, que demuestran por qué Amparanoia ha conseguido a lo largo de estos doce años una legión tan sincera de fans. Un momento especialmente emotivo llegó con ‘La vida te da’, una canción en cuya introducción Amparo Sánchez concedió unos segundos al público “para que cada uno penséis lo que queréis que os dé la vida”; una perfecta ocasión para que unos y otros se abonasen a este recital de peticiones. Con la satisfacción de estar haciendo bien el trabajo, se fueron sucediendo más temas como ‘Ella baila bembé’ o ‘Buen rollito’, una de las canciones más esperadas, la última de todo el concierto y en la que Amparo Sánchez presentó a todos sus músicos, que, sin duda, dieron un auténtico recital con Tirtha (Dhira Sound System, Undrop) como cabeza más visible. Bien es cierto que para hacer todas estas presentaciones, el grupo alargó el tema de una forma quizá algo excesiva. En cualquier caso, a la 1:09 el grupo se despedía de los presentes de forma definitiva.

Por otro lado, las dicotomías de las que les hablábamos antes se materializaron en otro aspecto: a lo largo de los años, los conciertos de Amparanoia se han caracterizado por constituir en sí mismos una fiesta bestial y sin concesiones. Lo que el grupo ofrece a día de hoy es algo distinto, quizá con un aire más melancólico, pero indudablemente, más entrañable. A lo largo de las dos horas de concierto, Amparo Sánchez demostró un envidiable equilibrio, una lucha empatada entre la melancolía y la alegría.

Una forma de transmitir muy ditinta, pero, sin duda, mucho más serena y entrañable. Hasta pronto.

P.D.: La foto de esta entrada no es del concierto de anoche; es una foto de Bruno Bollaert/Volume 12.
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