(Viñeta de Manel Fontdevila)


Sin duda alguna, la política española pasa por muy malos momentos. No es que pase por malos momentos el PSOE, ni el PP, ni Izquierda Unida, ni ningún otro, sino en general la clase política de este país. No hay más que echar un ojo a las noticias que vienen copando los titulares en el último mes:

12 de noviembre - Esperanza Aguirre: "Yo creo que Franco era bastante socialista".

18 de noviembre - José Bono: "Los de los partidos propios son unos hijos de puta".

29 de noviembre - Carlos Fabra: "He comprado el 27.931 y si me toca me sacaré la pirula y mearé en la sede de Izquierda Unida".

3 de diciembre - Pedro Castro: "¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?"

4 de diciembre - Esperanza Aguirre: "Reaccionar como lo han hecho algunos miserables sí que les convierte a ellos en unos bellacos".

6 de diciembre - Joan Tardá: "¡Muerte al Borbón!"

11 de diciembre - Manuel Fraga: "A los nacionalistas habría que ponderarles colgándoles de algún sitio".

Si se dan cuenta, llevamos algo más de un mes en el que no existen noticias meramente políticas, sino que cada día desayunamos con la sandez de turno que haya dicho alguno de nuestros políticos. ¿Sabrían decirme qué tema político es el predominante ahora mismo en España? Ninguno. Ya ni siquiera lo es la crisis, que en absoluto enfrenta a los partidos. En las últimas semanas, los políticos de este país parecen haber caído en el mismo adormecimiento que padecen los ciudadanos. No hacen nada, no dicen nada; en todo caso sólo rebuznan alguna que otra tontería, pero en ningún caso dicen o hacen nada que tenga un mínimo de interés o, sobre todo, que pueda resultar importante o provechoso para la ciudadanía.

Como decía antes, ni siquiera la crisis ha servido de azote. Por fin ambos partidos han asimilado que la crisis económica no es cuestión de echarle la culpa al otro, y eso es bueno. Ahora bien, lo que no es tan positivo es que sólo le den cancha a la crisis. Los políticos han encontrado un filón en la crisis, ya que ésta no necesita de grandes empujes políticos y se desarrolla casi por inercia. Además, ya ningún ciudadano culpa a ningún partido de la crisis, con lo que los políticos la dejan que ande sola y los libere durante un tiempo de preocupaciones. Si a eso le unimos la reciente proliferación de declaraciones tan estúpidas como neanderthales, nos encontramos con una situación idónea para que los políticos puedan echarse la siesta tranquilamente.

Cierto es que esa tendencia partidista a politizar absolutamente y a crear debate donde no lo hay todo es despreciable y cansina, pero, ¿qué es peor? ¿Pecar por defecto o por exceso?

Por otra parte, ¿qué es lo que preferimos los ciudadanos? ¿Infumables debates políticos o una ristra de declaraciones sin pies ni cabeza pero que animan un poco el cotarro? ¿Qué nos entretiene más?

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