Hoy nos hemos depertado con la anunciada y consabida huelga de jueces en todos los puntos de España. Algunos funcionarios de justicia también llevan unos días ya en huelga.
Lo malo de las huelgas es que, de un lado o de otro, siempre traen momentos de tensión. Ayer, por ejemplo, hubo una agresión a un manifestante por parte de un ciudadano que no pudo entrar a un Juzgado. En este caso podríamos debatir sobre quién oportunó a quién, si el funcionario al ciudadano o el ciudadano al funcionario, aunque ya la mera agresión per se invalida totalmente los argumentos del ciudadano. Otro tipo de enfrentamientos bipolares que acontecen en las huelgas son los que se producen entre los trabajadores que la secundan y los que no. En la pasada huelga de transportistas pudimos ver camiones desvalijados, cabinas incendiadas, etc. Tampoco fueron pocos los ciudadanos que a su paso por los puntos de control de la huelga de transportistas les recriminaban su actitud. En fin, hay trifulcas para todos los gustos.
Lo interesante de todo esto sería poder debatir sobre el respeto que se produce entre las personas cuando se genera una huelga. Y es que parece que nadie comprende ninguna huelga a menos que la haga él. Que si los transportistas son unos cabrones porque nos dejan sin nada, que si los funcionarios son unos vagos, que si los jueces tienen un morro que se lo pisan... Es curioso comprobar cómo, en este tipo de situaciones, los ciudadanos sacamos nuestra oficialidad múltiple y opinamos sobre todo tipo de oficios y profesiones aun cuando a lo mejor no tenemos ni pajolera idea siquiera de los motivos por los que se convoca la huelga o los conflictos que han generado este parón. Ahora bien, cuando la huelga la hacemos nosotros, que a nadie se le ocurra quejarse porque es una causa totalmente justa. "No como la de otros". De hecho, el refrán 'Cuando seas padre, comerás carne' se hace realidad cuando los huelguistas somos nosotros y los ciudadanos nos insultan por las jodiendas que ocasionamos. Este tipo de situaciones sólo pueden provocar una radicalización de argumentos y una falta de respeto hacia los que no comparten la huelga, incluso aunque éstos que no las compartan sean tus propios compañeros de trabajo. Y claro, luego pasa lo que pasa.
No estaría mal que los ciudadanos, antes de opinar sobre todo lo opinable e inopinable, nos planteásemos si el resto de ciudadanos estaría en disposición de opinar o argumentar si nuestro gremio fuese a la huelga. ¿Verdad que no? Si mañana los periodistas fuésemos a la huelga, habría hordas de ciudadanos diciendo que si además de la mierda de trabajo que hacemos y lo sanguijuelas que somos encima vamos a la huelga, es que no tenemos vergüenza ni la hemos conocido nunca. Por eso parecen oportunas dos cosas: por un lado, que los ciudadanos, aunque no compartamos los motivos de una huelga, respetemos el legitimísimo derecho de un trabajador a hacerla si así lo considera oportuno; por otro lado, que los ciudadanos contemos hasta diez antes de opinar gratuita e irrespetuosamente sobre temas de los que no tenemos ni pajolera idea.
Es evidente que este tipo de parones nos trastocan los planes a todos. Servidor, sin ir más lejos, tenía que acudir hoy al Juzgado de lo Social número 2 de Ciudad Real a un juicio, pero la huelga de jueces lo ha trasladado al 3 de marzo. Está claro que algo así trastoca los planes de cualquiera y podemos pensar que los huelguistas son unos tal o unos cual, pero quizá deberíamos ser un pelín más solidarios y comprender que la huelga es un derecho fundamental en materia laboral y que todo el mundo tiene derecho a hacerla. Claro que las huelgas nos inoportunan a todos, pero, ¿acaso no inoportunamos más los ciudadanos cuando no aceptamos que un trabajador pida una serie de mejoras laborales mediante un parón?
En cuestiones de huelga, ¿quién no respeta a quién?
Sin noticias de Palestina
Hace 2 horas
3 Comentarios en Huelgas: ¿quién no respeta a quién?
Estoy de acuerdo contigo en cifras que resultan ilógicas desde el punto de vista matemático, es decir, como al 150% más o menos. Ahora bien, se me plantea un conflicto con los pilotos aéreos: desde un punto de vista estrictamente sindical, y poniéndonos más papistas que el sumo pontífice, la cosa viene a ser "si tienen es poder como colectivo mejor para ellos, ojalá todos los trabajadores lo tengan algún día". Pero en el fuero interno, no puede evitar uno un resquemor tipo... "Ya, pero es que ellos, precisamente, no son cualquier trabajador".
Tira del hilo de ese análisis y ve bajando por la escala socioeconómica: controladores aéreos, maquinistas de la Renfe, jueces, transportistas, funcionarios del correo postal... etcétera... periodistas... etcétera. Un amigo mío dice que nuestra huelga pasaría inadvertida. No estoy de acuerdo, pero menos de acuerdo estoy con quién alza la bandera revolucionaria, obrerista y solidaria del plumilla. ¿Solidaridad, en la Prensa? JA. Y ahora haz el camino inverso, hasta llegar a los oficios mejor pagados.
Así tienes, en un brevísimo esbozo del fin de la lucha de clases, por qué nadie entiende las huelgas de otros, y por qué las suyas propias casi siempre acaban en cuatro navajazos por la espalda.
El de antes soy yo, que se me fue la firma con la otra cuenta. Cosas de estar en dos sitios a la vez.
bien creo que no hay que pensar mucho en que todos tienen derecho a la huelga, "claro menos aquellos que se ponen su propio sueldo y como lo van a cobran, cuando y donde. Además fijan sus propios vacaciones y licencias. Dejémonos de chorradas y si hay huelga es por que las cosas no se han hecho bien, sobre todo por el que tiene el poder que es quien marca los tiempos. Me cae la cara de vergüenza oír a uno que dice y se le llena la boca que representa al pueblo cuando solo lo hace por un interés propio, que pasaría si hacen huelga, ¿quizás abra que descontarles el día de huelga? ¿quien? ellos que se ponen su propio sueldo. jaja.
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