Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional contra la Censura en Internet, y somos miles los cachorros cibernéticos (blogueros, en la mayoría de los casos) los que alzamos la voz (o posteamos, en este caso) para recordar que hay manos que son demasiado largas. Manos que, ante la imposición de ponerle puertas al campo, lo que pretenden es quemarlo para que nadie vaya por allí.

Pese a lo absurdo de celebrar esto de los Días Internacionales de ~, no está de más recordar que los que denunciamos censura en internet no somos ningún tipo de conspiranoicos, sino que damos cuenta de que cada vez más nos encontramos ante una situación en que unos pocos pretenden tapar los ojos de la mayoría. Y en la mayor parte de las ocasiones lo consiguen.

Sin embargo, los censores son mucho más listos de lo que nos hacen ver. Sí, ya sé que les cuesta creerlo, pero créanme; en efecto, aunque parezcan unos zotes redomados, algunos incluso saben contar -con los dedos, eso sí-. Y es que a ningún asesino le gusta tener las manos manchadas de sangre, con lo que la estrategia de este tipo de personas no acaba en la censura sin más. Como sabemos, la censura se puede llevar a cabo por miles de vías, todas ellas igualmente ilícitas (e incluso ilegales, a veces) y con un objetivo claro: agotar al agente objeto de la censura. La estrategia del censor no acaba en la propia censura, sino que va mucho más allá: la labor del censor consiste en agotar física, psicológica e incluso económicamente al censado para que este se lo piense dos veces la próxima vez que quiera escribir según qué cosas. Es entonces cuando la censura desparece de escena y entra en acción la autocensura, una forma mucho más sencilla mediante la que el censor no tiene que mover un dedo (ya lo hace el censado) y, además, no se mancha las manos de sangre.

¿Para cuándo un Día Internacional contra la Autocensura en Internet?

P.D.: Por cierto, que el periodista iraquí que lanzó sus zapatos contra Bush, Montazer al Zaidi, acaba de ser condenado a tres años de prisión.