En La Gaceta lo veni­mos avisando durante toda la semana: nuestros periodistas preguntarán en las ruedas de Prensa aunque los protago­nistas de ellas no admitan preguntas. Y esto va para todos: igual para el PSOE, Zapatero y su Gobierno, que para el Partido Popular, que también ha come­tido la tropelía de confundir a los perio­distas con recaderos.
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¿Cómo es posi­ble que estemos soportando sin rechis­tar la costumbre instalada de esas rue­das de Prensa en las que no se puede preguntar? Personalmente me apena y, sobre todo, me sorprende que algunos medios que han sido la referencia de la libertad de expresión y su ejercicio estén callados como difuntos ante estos simu­lacros que el Gobierno convoca con demasiada frecuencia y que se han con­vertido en un uso tolerado por todos nosotros.
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En cualquier otro país occi­dental los periodistas o hubieran recla­mado a gritos las justificaciones del pre­sidente o, sencillamente, se hubieran lar­gado con viento fresco. Claro está que los informadores que asisten a las conferen­cias de Prensa del Gobierno (tengo enor­me y dilatada experiencia en estos episo­dios), no suelen contar a priori con la instrucción de su director sobre cómo comportarse en situaciones como la des­crita. Pues bien, a este respecto, aseguro que todos los miembros de la Redacción de la Gaceta están autorizados para tomar las de Villadiego y largarse de una subversión periodística como ésta, sea quien fuere el culpable de ella. Antes, eso sí, ensayaremos la fórmula de impedir que el actor y protagonista del simulacro se vaya sin responder a nuestros interro­gantes. Los redactores de La Gaceta ya tienen el permiso concedido de ante­mano. Harán lo que tienen que hacer, harán aquello para lo que se les paga: intentar, por las buenas, que el político en cuestión (si es que se trata de un polí­tico, en otro caso, la postura será también idéntica) conteste a las preguntas que, con toda honradez y rigor, planteamos para transmitirlas a nuestros lectores.

Más en este artículo de Carlos Dávila, director de La Gaceta.