Señor presidente de un país que se define como aconfesional (ja, ja). Ya que la calle es de todo dios, salvo de los ateos, recurro a esta carta para reivindicar públicamente mis derechos. Su delegada del Gobierno en Madrid ha decidido prohibir la manifestación atea convocada para hoy (“jueves santo”, según el calendario laboral “aconfesional”). Entre las melindrosas razones esgrimidas por su Gobierno para cercenar este derecho constitucional destacan “la necesaria protección de la imagen turística de Madrid” o que “la manifestación discurre por una zona donde se encuentran múltiples parroquias”. Con estos dos argumentos en la mano, parece que la única manera de poder manifestarse contra los privilegios católicos pasa por escoger un lugar de nulo interés turístico y sin iglesias cerca: tal vez la urbanización del Pocero en Seseña, que si se hace por el campo alguien diría que es una romería y volverían a acusar a los convocantes de “genocidio” o de “blasfemia”.

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